Todos sabemos que llevar una alimentación sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus formas, así como diferentes enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión, obesidad y trastornos de alimentación como bulimia o anorexia. Sin embargo, en la actualidad  ha habido un aumento de la producción y la disponibilidad de alimentos procesados a precios muy bajos y esto ha provocado un cambio en los hábitos alimentarios de los costarricenses. 

Todos conocemos la desnutrición que se ve niños con indicadores de bajo peso al nacer, retardo en la talla o personas con muy bajo peso. Sin embargo, en los últimos años se han estado diagnosticando deficiencias de vitaminas y minerales en personas con peso normal, sobrepeso e incluso en personas con obesidad.

Cuando una persona no consume suficientes micronutrientes esenciales desarrolla lo que se conoce como “hambre oculta”. Esto se produce cuando la calidad de los alimentos que comemos no cumplen o no llenan nuestras necesidades diarias de nutrientes, por lo que no recibimos las vitaminas y minerales esenciales para una buena salud.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una tercera parte de la población mundial sufre de hambre oculta sin saberlo. El hambre oculta o deficiencia de nutrientes esenciales afecta la salud de forma silenciosa y grave, llegando incluso a ocasionar la muerte.

El hambre oculta se desarrolla por el bajo consumo de alimentos que son fuentes de micronutrientes esenciales, como frutas, legumbres, verduras, pescados y aceites vegetales. Lo ideal es procurar una buena variedad de alimentos naturales y evitar el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados. Además, los alimentos crudos como frutas y vegetales nos aseguran un buen aporte de estos micronutrientes y fibra, la cual mantiene nuestra salud intestinal y nos ayuda a adsorber una mayor cantidad de micronutrientes.

Tomar buenas decisiones alimentarias nos permite obtener los mejores beneficios de los alimentos que consumimos. Una alimentación natural y equilibrada influye de forma determinante sobre nuestra esperanza de vida y especialmente, sobre nuestra calidad de vida.

Por Carlos Andrés Madrigal

Periodista Digital en La Nación, colaborador en el Monitor de Curridabat desde 2016. Publicaciones en medios como Semanario Universidad, Repretel, Central de Radios, The Tico Times y más. Licenciado en Periodismo con énfasis social. Siga mis trabajos en carlosandresmadrigal.wordpress.com

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