28 de enero del año 2013 fue un día muy triste para mí, para aquel grupo de carajillos – hoy todos sexagenarios – y para el pueblo de Curridabat. Para los que peinamos canas y superamos las 6 décadas, este día nos lleva a recordar la vida de Esteban Quesada Rojas. En nuestros años de juventud, los años dorados de la escuela, cuando jugábamos las famosas mejengas en los cuartos de hora de cada recreo, no había centros de distracción – pues crecimos en un pueblo agrícola y campesino -por lo que no había donde explotar nuestras hormonas juveniles, siempre expuestos al vicio, que para nuestro medio era el licor y el cigarro. Pues bien resulta que Esteban, nos rescató de la posibilidad de caer muy hondo en las garras de esa perdición. No niego que al inicio si le entramos duro a los tragos, pero Esteban supo darnos un norte en la vida, a enseñarnos los valores, el respeto, nos inculcó el liderazgo y a luchar por lo que se quiere en la vida. ¿Cómo lo logró?, pues bien, reunió a los mal portados del pueblo y nos conjuntó en dos equipos de fútbol. Dos equipos porque las edades eran diferentes, formando la liga junior y la juvenil, denominó el Atlético Junior de Curridabat, y nos enseñó los secretos del fútbol, al menos los que él conocía. Nunca supe si en su juventud había jugado fútbol o cómo había aprendido los secretos de este deporte, la verdad es que nunca nos importó, porque lo queríamos era jugar, porque en esos tiempos se jugaba por amor a la camiseta, al pueblo y al maestro

Trabajó Esteban, en la carnicería de Don Jorge Guillén quien era miembro de la junta directiva del Saprissa, y por allí le venía el gusanillo del fútbol que nos inyectó a todos nosotros sus alumnos. Esteban, se encargaba de programar los partidos, conseguir la plata por medio de rifas para comprarnos tacos y uniformes, así como darnos charlas teóricas de las estrategias del juego. Muchas veces, en medio tiempo de un partido y al final de este, jugando por un campeonato contra los mejores equipos del área metropolitana: Saprissa, San Francis Club, Herediano y Alajuela, Tibás, Nicolás Marín de Barrio México (cuna de grandes jugadores) etc.… nos compraba un fresco de frutas con sirope que nos sabía a gloria y nos hidrataba.


Siempre atento a cada jugada y a la defensa de sus discípulos, lo vimos muchas veces pagar de su propio bolsillo los pasajes de algunos compañeros que no tenían como llegar a jugar los partidos, nos defendía en la mesa de la Federación Nacional cuando por alguna circunstancia habíamos perdido un partido y lo ganábamos en la mesa por algún jugador mal inscrito en el equipo contrario. Para nosotros Esteban era todo un Supermán. Me falta comunicar que hace unos 20 años o más, tomamos sus alumnos, la determinación de realizarle un homenaje a nuestro maestro, le dedicamos un partido de fútbol en el que se encontraban al menos 40 personas que le habían conocido y que disfrutaron de un domingo de convivio y gratitud para nuestro maestro, al final del partido nos reunimos en el centro del campo de fútbol del Estadio Lito Monge de Curridabat y le hicimos entrega de una placa de metal, en la que dejamos patente todo nuestro agradecimiento y gran cariño para él, nuestro maestro y mentor.


Era Esteban la persona que nos abrió las puertas de su casa de par en par, el que nos recibía a todos en su casa con el cariño de un padre; hoy solo puedo imaginarme aquella casa pequeña en la que vivía, pero que guardaba para nosotros el calor de hogar, y, que tal vez, era para algunos, lo que faltaba en sus verdaderos hogares. Hoy, que ya ha partido hacia el cielo y está gozando de la presencia del Señor, solamente queremos decirle ¡Gracias, muchas gracias!, ahora sí aplico el Don Esteban, por todo el cariño, paciencia y comprensión que nos regaló cuando éramos jóvenes y haber soportado a ese montón de mozotes que éramos, una pandilla y que hoy gracias a ustedes son todos hombres de bien: Esposos, padres y abuelos que siempre los recordaran con cariño y los llevaran dentro de su corazón. No les decimos adiós, sino un hasta luego, que en el más allá nos encontraremos… y tal vez, por qué no, podamos formar otros equipos de fútbol en el cielo.

Este texto fue escrito por Marcos Jiménez Ramírez para la edición impresa de octubre 2021 de El Monitor de Curridabat

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Un comentario en «En honor a un gran maestro: Esteban Quesada»
  1. RECORDANDO A MI TIO ESTEBAN QUESADA ROJAS. Mì tìo materno Esteban Quesada Rojas, vive en un recuerdo que se incrusta cada vez màs en mis recuerdos de Niño. Su hermana Odilie Quesada Rojas, mi madre fue el enlace que una persona maravillosa, dulce, serio, valiente hizo con un sobrino amado. Con frecuencia, su casa era nuestra visita de Domingos, la casa de mi tìo tuvo puertas siempre abiertas y que iba a saber yo, que muchos años despuès vivirìa a las espaldas de la casa ennoblecida por su familia, en los Condominios Mallorca y antes contiguo al Bazar Milàn.

    Volví al rincòn de mis recuerdos egternos, en donde alguna vez tambièn vivieron mis padres, una familia desunida por el destino, y anclado a un lugar que no se separa de mi destino desde hace màs de cuarenta años. La Curridabat del glorioso Valencia que mi tìo tanto amaba.

    El tío bondadoso que me hizo conocer el Estadio Nacional de Futbol, en partidos internacionales y sentado en Sombra, serìa por èl que tanto he amado ese deporte, que tambièn juguè alguna vez. Puedo delinear su rostro y su sonrisa esculpidas en mi alma, y casi creo que su bondad de alguna manera me ayudò a ser bueno. Le busquè algunas veces con mala suerte, pero no insistir ha sido imperdonable. Soy feliz de ver que su memoria se guarda con respeto y agradecimiento, yo lo comparto tambièn, si los adultos supieran como sus huellas permanecen en el corazòn de un niño hasta madurar, vivirìan una vida de mayor compromiso, porque yo aprendì de memoria, todas las cosas que me enseñò y se me ha hecho menos duro caminar por la vida.

    A el y a su Familia que tanto honrò, les confieso que Luis Guillermo Brenes Quesada, su primo y sobrino, pudo llegar a donde està, gracias a que el terreno en donde sembrò el tìo, era como la suya tierra buena, fèrtil y empeñosa. Que Dios le bendiga siempre, que el tiempo nos una otra vez.

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