Desde la 1 de la tarde, los inspectores Arturo Montoya y Hans Sánchez recorren la zona en un vehículo Hilux color blanco. En la puerta se lee “Municipalidad de Curridabat / inspección” y se ve un símbolo del cantón que luce un poco desgastado por el uso. Llevan desde marzo haciendo este recorrido, ninguno de los dos sabe lo que es quedarse en sus casas, pues sus labores les exigen salir a enfrentarse cara a cara con el virus.

“Estamos en primera línea, nos arriesgamos al contagio y a eso estamos expuestos para cuidar a la población”, dice Montoya, quién va de copiloto. En ruta no han pasado ni 10 minutos cuando encuentran algo que les llama la atención.

El acceso a los parques está prohibido por orden del Ministerio de Salud, sin embargo, un grupo de 6 personas -de entre ellas un niño- se encuentran jugando fútbol en uno. Las cintas de seguridad que dicen “Precaución” fueron arrancadas y mientras Arturo interviene para que desalojen la zona, Hans exclama: “esto es de todos los días”.

La labor de inspección es algo a lo que están acostumbrados, su rutina les permite conocer a profundidad el cantón; estos recorridos son su costumbre junto con colocarse los guantes celestes y las mascarillas;, gracias a sus recorridos, les es posible apoyar a la Fuerza Pública, indicándole lugares o sucesos donde se presentan posibles violaciones a las normas sanitarias.

A veces, aunque las normas sean claras, existen personas que reaccionan agresivamente, que no quieren contribuir y que hacen necesaria la presencia de agentes policiacos; les han dado problemas personas haciendo fiestas, bebiendo alcohol en los parques e inclusive establecimientos que violan las normas sanitarias.

Mientras Hans conduce, narra sobre cómo han sido sus días desde que la pandemia inició. Arturo, que le escucha, confirma lo que su compañero dice; sentimientos de estrés, preocupación por la gente e incluso impotencia por querer apelar a una empatía que no siempre llega, son algunas de las angustias que menciona y aunque ambos tienen una actitud amable y positiva con las personas, el virus afectó inevitablemente sus vidas.

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Ese mismo día, sábado 25 de julio, se anunciaron 931 casos nuevos de coronavirus en el país; ambos expresaron sorpresa con la información, sin embargo, más malas noticias llegarían: tan solo un día después se anunció la primer muerte en el cantón por COVID19 y el día que le siguió, la segunda.

“La gente tiene que entender que esto nos afecta a todos, que hay que respetar las normas porque sino vamos a estar peor” dice Montoya en relación con la noticia. La información, aunque parece que le sorprende no drena su energía y después de un momento realiza su segunda parada. “Aparte del perifoneo y de este recorrido, también entregamos panfletos y conversamos con los negocios” va explicando Arturo mientras se baja del automóvil.

En el trayecto encontraron un establecimiento abierto. Hans detiene el carro y junto Arturo se bajan para darle al dueño un panfleto para colocar la pared con información sobre el lavado de manos, el uso de mascarillas y demás. El señor les agradece y conversa que le ha tocado reinventar su negocio por completo, sus medidas y la forma de hacer las cosas. Arturo habla un rato con él, entiende que la situación es complicada.

Esta misma rutina la realiza en diferentes comercios, les entrega la información, conversa un rato e inspecciona que todo este en orden. Que los horarios de la alerta naranja y sus restricciones se cumplan, aunque tiene en cuenta que su misión no es molestar a nadie, sino cuidar a la población, como él mismo indica.

Durante el día suben y bajan constantemente del vehículo, arreglan cintas de “precaución” que la gente de mala manera corta e inspeccionan el ambiente en los diferentes distritos. Según ellos es importante entender la posición de cada persona y cómo para algunas no es tan fácil solo quedarse en casa, cuando su casa puede ser solo un cuarto en el que viven varias personas. Sin embargo, deben cuidar que las medidas, hechas para el bienestar de la población, se cumplan.

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A veces hay quienes no tienen acceso a la información y se acercan a ellos para plantearles todo tipo de inquietudes, desde quejas sobre vecinos, consultas sobre donaciones, quema de basura y más de una vez han tenido que escuchar testimonios difíciles de personas que están en extrema necesidad, que dependen de los diarios y de la ayuda que la Municipalidad brinda, una necesidad que muchas veces logra ser más grande que lo disponible.

A medida que la tarde cae, Hans y Arturo reciben una pregunta que les preocupa. Un joven de ojos enrojecidos, voz rasposa y algo nervioso al hablar les pregunta qué debe hacer, él tiene síntomas de gripe y recientemente se le notificó que un familiar con el que había tenido contacto dio positivo con el virus.

“Nos arriesgamos al contagio y a eso estamos expuestos para cuidar a la población” repite Montoya una vez que orientaron al joven a no andar por la calle y a consultar la ayuda profesional. Ninguno de los dos muestra miedo ni se intimidan a dar respuestas, no es la primera vez que hablan con una persona que podría estar contagiada, pues eso es lo que significa la transmisión comunitaria: el virus podría estar en cualquier lugar.

Aún así hay algo que los motiva a seguir adelante y trabajar durante varias horas al día, en el sube y baja del vehículo, el perifoneo y las intervenciones que realizan para ver que todas las normas estén en orden, ambos quieren que el virus se controle y que la población para la que trabajan esté a salvo.

“A veces como que no entienden, pero entonces uno les dice que es por el bien de ellos, que podrían llevarle el virus a la familia, a los abuelos o a los que quieren y es ahí cuando bajan” concluye Hans. Según agrega Arturo en ocasiones hace falta explicarle a la gente la situación, “tenemos que respetar las reglas, es por el bien de ustedes y de su familia” dice.

Según va cayendo la tarde, terminan dirigiéndose a la Delegación Policial, allí conversan con el intendente Eliam Chávez y dan sus últimos detalles. Ya sentados con más calma hablan de un factor que muchas veces es ignorado. Tanto los agentes de policía como los inspectores ven la pandemia de muchas formas, se enfrentan a ella día a día y por eso, aunque su actitud sea positiva no pueden evitar verse afectados por ella.

En la conversación Chávez detalla lo importante que es el apoyo mutuo, de tener un equipo que respete las normas y de las personas en la comunidad que los animan. A veces, cuando los inspectores realizan el perifoneo logran ver saludos o muestras de apoyo; al final tienen claro que su trabajo es importante y que cuando la tarde cae y han finalizado la ruta, saben que su labor, a pesar de los desafíos, es por la comunidad.

Por Carlos Andrés Madrigal

Periodista Digital en La Nación, colaborador en el Monitor de Curridabat desde 2016. Publicaciones en medios como Semanario Universidad, Repretel, Central de Radios, The Tico Times y más. Licenciado en Periodismo con énfasis social. Siga mis trabajos en carlosandresmadrigal.wordpress.com

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